ME LLAMAN ESPIRITA.
En muchas oportunidades nos ha cobijado la indecisión en momentos en los cuales el pensamiento se ve apretado ante la incógnita del desconocimiento.
Pocos logran
serenar su espíritu ante tales circunstancias, muchos dan paso a la
desesperación y se embriagan de desaliento, ocasionando un bloqueo en la
acción.
Que hacer?.
Fórmulas mágicas
todavía no encuentran eco, por no haberlas.
Fórmulas lógicas
encuentran respuestas imprácticas que finalmente conducen a la desesperación.
Luego de estas
ideas expuestas, la indecisión sigue campeando y la situación existencial del
planteamiento no encuentra respuesta.
Que es lo que
hace que el ser humano se ubique en la indecisión?.
Tratemos de
elaborar una respuesta.
En el tránsito
fugas del ser humano entre su alfa y omega cósmico, va girando en esa
existencia de un lado a otro. Comienza girando entre el morir o subsistir en
sus primeros momentos de existencia, luego de desprenderse del cordón umbilical
su indecisión existencial golpea los opuestos de la vida y la muerte, revestida
de una situación inconsciente pero ineludible, y solo la decisión de la
naturaleza le decidirá el tránsito a otra etapa.
En este ser,
fruto de una decisión de la naturaleza, con intervención de la órbita
espiritual, se comienza a generar rasgos de conciencia y primariamente empieza
la liberación del fatalismo de aquella conductas exógenas a su ser, y
paulatinamente va adquiriendo incipiente conciencia y marcando el inicio de
nuevas que conducen a rebasar el umbral de lo humano a proyectarse a lo
espiritual.
Titulo vanidoso
sería el mencionado en el encabezado de este trabajo. Pues, que difícil es ser
Espírita. El seguir las enseñanzas del maestro Jesús significa una verdadera
vocación por el encuentro con la verdad en este transitorio mundo terrenal,
aspiración que muy pocos encarnados la consideran posible, pero que tiene como
objetivo el perfeccionamiento y el desarrollo en esta etapa del Espíritu.
A lo largo de mi
existencia, siempre busque un adecuado acercamiento con las realidades que mi
mente podría comprender, profesé varias filosofías que pretendían una mejora de
la humanidad, que buscaban el ascenso del hombre en una escala de valores y que
respondían a justas aspiraciones de las inquietudes inteligentes que todo ser
humano las tiene, empero cuando se las va conociendo y estudiando, van faltando
las respuestas que puedan darnos.
Claro está que
el nivel de comportamiento humano se va mejorando con el conocimiento de nuevas
formas de mirar este mundo terreno, pero recalco, el comportamiento humano y
que no es otro que una manifestación igual del componente material, sigue el
supuesto perfeccionamiento, que puede llegar a conseguir una sima pero que deja
un espacio vacío cuando entendemos que tenemos algo mas que la materia, y que
es la existencia de una realidad espiritual. Poco se ha hecho por descubrir en
primer término tal existencia, siempre estamos confundidos con el pensamiento
entendiéndole a este como un epifenómeno de la materia y hasta allí llegamos y
no desmenuzamos tal situación que resulta un engaño, ya que el Espíritu es algo distinto a la
materia, ya que tiene una existencia propia y una connotación y trato
singularizado.
Me pregunto
algunas veces, que he conseguido con una mejora material dentro de una escala
humana, cuando ni siquiera me he preocupado de ese factor integrante de la
persona, el Espíritu.
No me atrevo a
llamarme espírita, mejor dejo que los demás vean en mi a un espírita y eso por
que? . Porque falta mucho camino que recorrer y estudiar para poder serlo.
Parece que lo
antes dicho, refleja un concepto esotérico, el de espírita. Por ello voy a
clarificar mi concepto.
Para mi el
espirita en primer término es aquel que cree en primer lugar en la existencia
de los espíritus y en la existencia de su propio espíritu y que pretende seguir
o adherirse a las enseñanzas del espiritismo, mismas que se encuentran contenidas
en los evangelio de Jesús y en los mensajes que sobre él nos han dado los
espíritus y que se encuentran recopilados en los trabajos y libros generados
por el codificador Allan Kardec.
Espírita no solo
es el que conoce de la Doctrina Espírita, sino aquel que de su vida hace un
testimonio de ella. Y esto para que?. Para cumplir con una obligación
existencial, cual es, la del desarrollo y avance en el sendero de enseñanza y
perfeccionamiento espiritual, proyectado al cumplimiento de una misión en la
tierra para escalar en otras vidas hacia un mejor perfeccionamiento.
Espírita es
aquel que recoge y practica las enseñanzas de maestro Jesús contenidas en su
evangelio y mantiene una adecuada relación con el mundo invisible, siguiendo
sus consejos y directrices.
Por todo esto,
cuan lejos estamos de poder ser verdaderos espíritas, si no hemos logrado a
veces ni siquiera entender el verdadero contenido de las palabras de Jesús, si
nos resistimos a practicar aquellos mandatos que nos resultan humanamente duros
de hacer, si no podemos vivir en una correcta armonía con resto de seres
humanos, si no nos preocupamos por nuestros hermanos encarnados y hasta nos
olvidamos de los desencarnados que también solicitan nuestra ayuda.
Cuando caminemos
acordes con la Doctrina podremos interiormente calificarnos como espíritas, mas
esa calificación interna solo cobra validez cuando nuestros hermanos nos
reconocen como tales, es por ello que me someto a reconocimiento exógeno de lo
que pretendo ser.
Hay muchos
caminos que nos conducen a entender la perfectibilidad del ser humano, que nos
hacen vernos un poco diferentes de los demás por la práctica de valores y
virtudes poco comunes en la generalidad, pero creo que la mayoría de ellos se
han quedado en un punto final y no ha rebasado ni trascendido al mundo
espiritual, ni han entendido que la mejora de lo “material” es la consecuencia
del adelanto espiritual.
El pensamiento
filosófico de los antiguos se orientaba a la afirmación siguiente:
En
tiempos en que la frivolidad pareciera separarnos de la racionalidad en el
análisis de las cosas cotidianas, debiéramos pensar que nada nuevo hay bajo el
sol, pero que ciertas cosas como la ética y la moral, tienen signo de
permanencia
Sócrates
solía hablar de la felicidad de los virtuosos. Decía "Hacer el bien es también
vivir bien; es intrínseca a las leyes morales una sanción natural, por la cual
el bueno y justo es feliz y el malvado o injusto es infeliz. Pero el bueno y el
justo, decía, no tienen en cuenta solamente el beneficio y la felicidad
propias, sino también el propio perfeccionamiento y el ajeno, y en ello y en la
acción desinteresada e inspirada por el amor, encuentran la más alta
satisfacción interior y la mayor aproximación a lo divino".
Aludiendo
a Sócrates (469-399 a de C.), Mondolfo recuerda que dijo: "Aquél que se ha
formado en el hábito de conocer y evaluar el bien y el mal, en cada caso busca
el primero y huye del segundo; nadie peca voluntariamente; toda culpa proviene
de la ignorancia, o sea, no es sino error. Y por ello la educación debe tender
a iluminar las mentes, purificándolas de los errores, porque cuando los hombres
se han hecho conscientes, también se han convertido en virtuosos".
Los
conceptos socráticos sobre este tema, se extienden luego cuando afirma que:
"En
cambio, la injusticia representa el mal y la infelicidad mayores, porque no
solo convierte en peor (y por ello peligroso al injusto) a quien la recibe,
sino más aún porque mancha de la peor manera el alma del que la comete."
De allí que para el filósofo griego constituye "...un mal menor recibir
que cometer injusticia; y cometerla, o sea violar las leyes, es faltar a una
especie de pacto que todo ciudadano ha contraído con las leyes patrias, de las
cuales gozan los beneficios, y por ello se empeña en mantener el respeto y la
observancia de ellas."
Los enunciados de los antiguos, revelan como lo anote anteriormente, que se
llega a un punto final, sin haberse preocupado de una superación del Espíritu,
si bien se señala que el comportamiento injusto mancha el alma de quien lo
comete, no hay mas reflexiones orientadas a la disconformidad del espíritu con
el injusto actuar ni se reflexiona sobre las consecuencias de esa actitud, pero
gracias a la Doctrina Espírita se logra racionalizar y conocer los efectos que
genera un comportamiento cuestionado e injusto y encontrar la respuesta lógica
de aquello, esto es, la necesidad de la expiación de los malos comportamientos
ya sea en este mundo terrenal o en otras vidas posteriores, así como entender
que el desarrollo y mejora del Espíritu es progresivo a través de las distintas
existencias..
El Espírita a base del profundo estudio encuentra el verdadero significado
del mensaje de Jesús y ello le permitirá vivir bajo parámetros de una correcta
aplicación de la moral y de la ética.
Una de las virtudes que deben adornar a un Espírita es el trabajo y el estudio, pues siendo la
Doctrina un pensamiento que camina en paralelo con la ciencia, exige del
estudio su primordial atención y aquello es lo que identifica al verdadero
Espírita. Al respecto permítanme evocar algunas palabras que Confucio anotó
sobre el tema al conversar con un interlocutor:
Has oído hablar de las seis máximas sobre
las deficiencias? Siéntate, pues, y te las diré:
“ Si un hombre ama la bondad, pero no
ama el estudio, su deficiencia será la ignorancia.
Si un hombre ama la sabiduría pero no ama el estudio, su deficiencia será profesar ideas caprichosas y erróneas.
Si un hombre ama la honestidad y no ama el
estudio, su deficiencia será una tendencia a estropear o desarreglar las cosas.
Si un hombre ama la sencillez y no ama el
estudio, su deficiencia será una desesperada violencia.
Si un hombre ama la decisión de carácter y no ama el estudio, su deficiencia será la obstinación o una terca fe en si mismo".
Muchos siglos
nos separan de estas afirmaciones pero sin duda, son rigurosamente actuales y
esclarecedoras. No basta con ser bueno, hay que saber cuándo, con quien y en
qué circunstancias. Se puede ser honesto y al mismo tiempo perfectamente
estúpido. Se puede ser sencillo pero eso no libera a nadie de hacer tonteras.
Se puede tener un carácter fuerte, pero depende para qué; si no se sabe qué
hacer, lo más probable es que se exprese en estilos autoritarios de conducta y
en modos sumamente rígidos de juicios de valor. Ser honesto y a la vez
ignorante es una combinación explosiva, profundamente negativa desde el punto
de vista valórico. Lo único que rescata a la pura apreciación de unos valores
es que estén acompañados de saber, de conocimiento, sobre lo oportuno, lo
atinente y lo apropiado.
Resumiendo, un
Espirita que a sus virtudes de hombre recto, no suma el estudio, equivale a
materia sin forma, a forma sin contenido, a intención sin responsabilidad, a
predisposición sin lucidez. Por consiguiente, creer que el estudio no tiene
nada que ver con la conducta eventualmente ética de un Espírita, y que lo
intelectual y lo ético viven en dimensiones apartadas, viene a ser una
inquietante equivocación y, lo que es peor, significa ser profundamente desleal
con las raíces del espiritismo. Por lo que ninguno puede eximirse de la
inteligencia, entregándose al conformismo, al quietismo, a la inercia de las
frases consabidas. Hacerlo seria negarse a si mismo y renegar de su condición.
Cuando un Espírita se aquieta y deja de inquietarse intelectualmente,
desaparece otra luz más en el mundo. Y se suma un espíritu más que no está
cumpliendo su misión.
Me aventuraré a decir algo sobre cómo
debería ser ese estudio del Espírita.
Pienso que el estudio en las órbitas
enciclopedistas, desgasta el esfuerzo. Los Espíritas como personas que obramos
en sentido positivo, debemos proyectar nuevas formas conceptuales, producto de
ese estudio.
Muchas veces,
pecamos de investigadores o lectores amorfos, que contentamos el ego con la
continua repetición de algo aprehendido o estudiado, sin emitir juicios de
valor sobre lo expresado, anclamos conceptos con la simple referencia de la
fuente y pienso que ese duro trabajo aparente se diluye.
Aun de conceptos
catalogados como inmutables, debemos pretender entenderlos con aplicación
particular y considerando por lo menos la posibilidad de poder reformularlos,
esa debe ser, en mi concepto, el sentido de la lucha por la búsqueda de la
verdad espiritual, que es una de las intenciones, creo yo del movimiento espiritista.
Por todo lo
expresado anhelo a que en algún momento mis hermanos me reconozcan como
Espírita.
Manuel Torres (Espírita Ecuatoriano).
No hay comentarios:
Publicar un comentario