martes, 12 de marzo de 2013

PORQUE ME LLAMAN ESPÍRITA



ME LLAMAN ESPIRITA.




En muchas oportunidades nos ha cobijado la indecisión en momentos en los cuales el pensamiento se ve apretado ante la incógnita del desconocimiento.

Pocos logran serenar su espíritu ante tales circunstancias, muchos dan paso a la desesperación y se embriagan de desaliento, ocasionando un bloqueo en la acción.

Que hacer?.

Fórmulas mágicas todavía no encuentran eco, por no haberlas.

Fórmulas lógicas encuentran respuestas imprácticas que finalmente conducen a la desesperación.

Luego de estas ideas expuestas, la indecisión sigue campeando y la situación existencial del planteamiento no encuentra respuesta.

Que es lo que hace que el ser humano se ubique en la indecisión?.

Tratemos de elaborar una respuesta.

En el tránsito fugas del ser humano entre su alfa y omega cósmico, va girando en esa existencia de un lado a otro. Comienza girando entre el morir o subsistir en sus primeros momentos de existencia, luego de desprenderse del cordón umbilical su indecisión existencial golpea los opuestos de la vida y la muerte, revestida de una situación inconsciente pero ineludible, y solo la decisión de la naturaleza le decidirá el tránsito a otra etapa.

En este ser, fruto de una decisión de la naturaleza, con intervención de la órbita espiritual, se comienza a generar rasgos de conciencia y primariamente empieza la liberación del fatalismo de aquella conductas exógenas a su ser, y paulatinamente va adquiriendo incipiente conciencia y marcando el inicio de nuevas que conducen a rebasar el umbral de lo humano a proyectarse a lo espiritual.

Titulo vanidoso sería el mencionado en el encabezado de este trabajo. Pues, que difícil es ser Espírita. El seguir las enseñanzas del maestro Jesús significa una verdadera vocación por el encuentro con la verdad en este transitorio mundo terrenal, aspiración que muy pocos encarnados la consideran posible, pero que tiene como objetivo el perfeccionamiento y el desarrollo en esta etapa del Espíritu.

A lo largo de mi existencia, siempre busque un adecuado acercamiento con las realidades que mi mente podría comprender, profesé varias filosofías que pretendían una mejora de la humanidad, que buscaban el ascenso del hombre en una escala de valores y que respondían a justas aspiraciones de las inquietudes inteligentes que todo ser humano las tiene, empero cuando se las va conociendo y estudiando, van faltando las respuestas que puedan darnos.

Claro está que el nivel de comportamiento humano se va mejorando con el conocimiento de nuevas formas de mirar este mundo terreno, pero recalco, el comportamiento humano y que no es otro que una manifestación igual del componente material, sigue el supuesto perfeccionamiento, que puede llegar a conseguir una sima pero que deja un espacio vacío cuando entendemos que tenemos algo mas que la materia, y que es la existencia de una realidad espiritual. Poco se ha hecho por descubrir en primer término tal existencia, siempre estamos confundidos con el pensamiento entendiéndole a este como un epifenómeno de la materia y hasta allí llegamos y no desmenuzamos tal situación que resulta un engaño, ya  que el Espíritu es algo distinto a la materia, ya que tiene una existencia propia y una connotación y trato singularizado.

Me pregunto algunas veces, que he conseguido con una mejora material dentro de una escala humana, cuando ni siquiera me he preocupado de ese factor integrante de la persona, el Espíritu.

No me atrevo a llamarme espírita, mejor dejo que los demás vean en mi a un espírita y eso por que? . Porque falta mucho camino que recorrer y estudiar para poder serlo.

Parece que lo antes dicho, refleja un concepto esotérico, el de espírita. Por ello voy a clarificar mi concepto.

Para mi el espirita en primer término es aquel que cree en primer lugar en la existencia de los espíritus y en la existencia de su propio espíritu y que pretende seguir o adherirse a las enseñanzas del espiritismo, mismas que se encuentran contenidas en los evangelio de Jesús y en los mensajes que sobre él nos han dado los espíritus y que se encuentran recopilados en los trabajos y libros generados por el codificador Allan Kardec.

Espírita no solo es el que conoce de la Doctrina Espírita, sino aquel que de su vida hace un testimonio de ella. Y esto para que?. Para cumplir con una obligación existencial, cual es, la del desarrollo y avance en el sendero de enseñanza y perfeccionamiento espiritual, proyectado al cumplimiento de una misión en la tierra para escalar en otras vidas hacia un mejor perfeccionamiento.

Espírita es aquel que recoge y practica las enseñanzas de maestro Jesús contenidas en su evangelio y mantiene una adecuada relación con el mundo invisible, siguiendo sus consejos y directrices.

Por todo esto, cuan lejos estamos de poder ser verdaderos espíritas, si no hemos logrado a veces ni siquiera entender el verdadero contenido de las palabras de Jesús, si nos resistimos a practicar aquellos mandatos que nos resultan humanamente duros de hacer, si no podemos vivir en una correcta armonía con resto de seres humanos, si no nos preocupamos por nuestros hermanos encarnados y hasta nos olvidamos de los desencarnados que también solicitan nuestra ayuda.

Cuando caminemos acordes con la Doctrina podremos interiormente calificarnos como espíritas, mas esa calificación interna solo cobra validez cuando nuestros hermanos nos reconocen como tales, es por ello que me someto a reconocimiento exógeno de lo que pretendo ser.

Hay muchos caminos que nos conducen a entender la perfectibilidad del ser humano, que nos hacen vernos un poco diferentes de los demás por la práctica de valores y virtudes poco comunes en la generalidad, pero creo que la mayoría de ellos se han quedado en un punto final y no ha rebasado ni trascendido al mundo espiritual, ni han entendido que la mejora de lo “material” es la consecuencia del adelanto espiritual.

El pensamiento filosófico de los antiguos se orientaba a la afirmación siguiente:

En tiempos en que la frivolidad pareciera separarnos de la racionalidad en el análisis de las cosas cotidianas, debiéramos pensar que nada nuevo hay bajo el sol, pero que ciertas cosas como la ética y la moral, tienen signo de permanencia

Sócrates solía hablar de la felicidad de los virtuosos. Decía "Hacer el bien es también vivir bien; es intrínseca a las leyes morales una sanción natural, por la cual el bueno y justo es feliz y el malvado o injusto es infeliz. Pero el bueno y el justo, decía, no tienen en cuenta solamente el beneficio y la felicidad propias, sino también el propio perfeccionamiento y el ajeno, y en ello y en la acción desinteresada e inspirada por el amor, encuentran la más alta satisfacción interior y la mayor aproximación a lo divino".

Aludiendo a Sócrates (469-399 a de C.), Mondolfo recuerda que dijo: "Aquél que se ha formado en el hábito de conocer y evaluar el bien y el mal, en cada caso busca el primero y huye del segundo; nadie peca voluntariamente; toda culpa proviene de la ignorancia, o sea, no es sino error. Y por ello la educación debe tender a iluminar las mentes, purificándolas de los errores, porque cuando los hombres se han hecho conscientes, también se han convertido en virtuosos".

Los conceptos socráticos sobre este tema, se extienden luego cuando afirma que:

"En cambio, la injusticia representa el mal y la infelicidad mayores, porque no solo convierte en peor (y por ello peligroso al injusto) a quien la recibe, sino más aún porque mancha de la peor manera el alma del que la comete." De allí que para el filósofo griego constituye "...un mal menor recibir que cometer injusticia; y cometerla, o sea violar las leyes, es faltar a una especie de pacto que todo ciudadano ha contraído con las leyes patrias, de las cuales gozan los beneficios, y por ello se empeña en mantener el respeto y la observancia de ellas."

Los enunciados de los antiguos, revelan como lo anote anteriormente, que se llega a un punto final, sin haberse preocupado de una superación del Espíritu, si bien se señala que el comportamiento injusto mancha el alma de quien lo comete, no hay mas reflexiones orientadas a la disconformidad del espíritu con el injusto actuar ni se reflexiona sobre las consecuencias de esa actitud, pero gracias a la Doctrina Espírita se logra racionalizar y conocer los efectos que genera un comportamiento cuestionado e injusto y encontrar la respuesta lógica de aquello, esto es, la necesidad de la expiación de los malos comportamientos ya sea en este mundo terrenal o en otras vidas posteriores, así como entender que el desarrollo y mejora del Espíritu es progresivo a través de las distintas existencias..

El Espírita a base del profundo estudio encuentra el verdadero significado del mensaje de Jesús y ello le permitirá vivir bajo parámetros de una correcta aplicación de la moral y de la ética.

Una de las virtudes que deben adornar a un Espírita es el trabajo y el estudio, pues siendo la Doctrina un pensamiento que camina en paralelo con la ciencia, exige del estudio su primordial atención y aquello es lo que identifica al verdadero Espírita. Al respecto permítanme evocar algunas palabras que Confucio anotó sobre el tema al conversar con un interlocutor:

Has oído hablar de las seis máximas sobre las deficiencias? Siéntate, pues, y te las diré:

“ Si un hombre ama la bondad, pero no ama el estudio, su deficiencia será la ignorancia.

Si un hombre ama la sabiduría pero no ama el estudio, su deficiencia será profesar ideas caprichosas y erróneas.

Si un hombre ama la honestidad y no ama el estudio, su deficiencia será una tendencia a estropear o desarreglar las cosas.

Si un hombre ama la sencillez y no ama el estudio, su deficiencia será una desesperada violencia.

Si un hombre ama la decisión de carácter y no ama el estudio, su deficiencia será la obstinación o una terca fe en si mismo".

Muchos siglos nos separan de estas afirmaciones pero sin duda, son rigurosamente actuales y esclarecedoras. No basta con ser bueno, hay que saber cuándo, con quien y en qué circunstancias. Se puede ser honesto y al mismo tiempo perfectamente estúpido. Se puede ser sencillo pero eso no libera a nadie de hacer tonteras. Se puede tener un carácter fuerte, pero depende para qué; si no se sabe qué hacer, lo más probable es que se exprese en estilos autoritarios de conducta y en modos sumamente rígidos de juicios de valor. Ser honesto y a la vez ignorante es una combinación explosiva, profundamente negativa desde el punto de vista valórico. Lo único que rescata a la pura apreciación de unos valores es que estén acompañados de saber, de conocimiento, sobre lo oportuno, lo atinente y lo apropiado.

Resumiendo, un Espirita que a sus virtudes de hombre recto, no suma el estudio, equivale a materia sin forma, a forma sin contenido, a intención sin responsabilidad, a predisposición sin lucidez. Por consiguiente, creer que el estudio no tiene nada que ver con la conducta eventualmente ética de un Espírita, y que lo intelectual y lo ético viven en dimensiones apartadas, viene a ser una inquietante equivocación y, lo que es peor, significa ser profundamente desleal con las raíces del espiritismo. Por lo que ninguno puede eximirse de la inteligencia, entregándose al conformismo, al quietismo, a la inercia de las frases consabidas. Hacerlo seria negarse a si mismo y renegar de su condición. Cuando un Espírita se aquieta y deja de inquietarse intelectualmente, desaparece otra luz más en el mundo. Y se suma un espíritu más que no está cumpliendo su misión.

Me aventuraré a decir algo sobre cómo debería ser ese estudio del Espírita.

Pienso que el estudio en las órbitas enciclopedistas, desgasta el esfuerzo. Los Espíritas como personas que obramos en sentido positivo, debemos proyectar nuevas formas conceptuales, producto de ese estudio.

Muchas veces, pecamos de investigadores o lectores amorfos, que contentamos el ego con la continua repetición de algo aprehendido o estudiado, sin emitir juicios de valor sobre lo expresado, anclamos conceptos con la simple referencia de la fuente y pienso que ese duro trabajo aparente se diluye.

Aun de conceptos catalogados como inmutables, debemos pretender entenderlos con aplicación particular y considerando por lo menos la posibilidad de poder reformularlos, esa debe ser, en mi concepto, el sentido de la lucha por la búsqueda de la verdad espiritual, que es una de las intenciones, creo yo  del movimiento espiritista.

Por todo lo expresado anhelo a que en algún momento mis hermanos me reconozcan como Espírita.

Manuel Torres (Espírita Ecuatoriano).

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